jueves, 7 de abril de 2011

Logran combustible con cáscaras de frutas

Ciudad de México.- Si bien el uso adecuado de desechos orgánicos constituye una alternativa para elaborar fertilizante, en fechas recientes su utilización también se propone como fuente de energía renovable, que adicionalmente brindaría varios beneficios como propiciar un menor efecto de contaminación, generar subproductos aprovechables y fomentar un desarrollo sustentable. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales Semarnat, se estima que México produce 94 mil 800 toneladas diarias de basura, de la cuales al menos 40 por ciento se concentra en los estados de México, Jalisco, Veracruz y el Distrito Federal. Ante ese panorama, el profesor-investigador Nelson Caballero Arzápalo, de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), realizó un estudio para extraer la energía almacenada en desechos orgánicos: cítricos, plátano y papaya, entre otros, además de aquellos que produce la industria avícola, con el objetivo de aprovecharlos en la generación de energía alterna para consumo de la población y reducir la contaminación propiciada por dichos residuos. Para tal fin, el equipo de investigadores de la UADY se basó en el método de la digestión anaerobia, el cual consiste en descomponer el material biodegradable en ausencia de oxígeno para generar biogás, cuyo componente energético principal es el metano, conteniendo asimismo dióxido de carbono y otros gases trazas. El biogás puede ser aprovechado como combustible en vehículos, fábricas o en el hogar a manera de sustituto del gas butano. La cantidad y calidad de esta sustancia energética depende de varios factores, ente ellos el tipo de residuo utilizado, así también de ciertos parámetros de control como la temperatura y pH. Para realizar la digestión anaerobia, Caballero Arzápalo detalló que los desechos primero pasan por una fase ácida donde todas las partículas grandes originadas por desperdicios son transformados mediante un proceso realizado por enzimas y bacterias, a una especie de moléculas pequeñas a partir de las cuales se desprenden alcoholes, y posteriormente se convierten en ácido acético, el cual finalmente se convierte en gas metano y dióxido de carbono. En esta última etapa mientras más se logre reducir el segundo componente mayor será la cantidad de metano y la calidad del biogás generado, aseguró.

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