Rodríguez Pompa sabe lo que dice, pues tiene una vida de esfuerzo por sacar adelante sus negocios, sumarse a la consolidación de San Carlos como destino turístico, pero ahora que las condiciones del mundo afectan a esta plaza, encuentra que el Ayuntamiento dejó tirado todo el trabajo de Astiazarán quien, con conocimiento y habilidad, fortaleció esa oficina. Así que los programas federales y los que ha querido emprender el Estado para apoyarnos, se estrellan en esa desfachatez, en la cínica respuesta municipal de que“no hay dinero” y se olvidan de cuanto intento surge.
Lamentable el tiempo perdido de Pablo Vielledent, quien quería esforzarse, aprender empujando, pero solo encontró una oficina donde ni la renta se paga, utilizada como refugio del “cártel de los ingenieros”, donde jamás se pensó en hacer algo por la saqueada ciudad. Ahora, Rodríguez Pompa puso el dedo en la llaga, pero la respuesta es que espere unos meses, porque el oscurantismo actual impide dar pasos a favor de todos, menos cuando la venta de esquinas y espacios verdes es la moda ‘añohidalguense’y la promoción se olvidó.
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